
«Un libro te salva la vida»
«Cuanto más se lee menos se imita»
«Dime lo que lees y te diré quién eres»
«Los libros deben ser como rompehielos»
Es difícil quedarse con una de esas frases porque Grafein fue un poco un conglomerado de todo lo anterior al igual que muchos de los libros que os estamos reseñando.
Eran nuestros primeros años de profesoras de la materia en diferentes centros, con perfiles de alumnado muy dispares y, sobre todo, con muy poca experiencia docente.
Quedan en el recuerdo aquellos libros de texto con los morfemas y las desinencias verbales, las funciones del lenguaje, el origen de la lengua… y la multicopista a la que metíamos unos clichés muy largos con listas interminables de ejercicios…
Y en el aula… nuestros alumnos, al otro lado de la mesa, con una cara de insatisfacción y aburrimiento todavía mayor que la nuestra.
Encontramos en una librería, a la que solíamos acudir, un pequeño libro cuya portada la llenaba una gran máquina de escribir. Se titulaba «Grafein, Teoría y práctica de un taller de escritura».
Descubrirlo fue un antes y un después porque en él estaba y está el germen de muchas propuestas de escritura que llevamos al aula. Porque ese libro nos descubrió que nuestra asignatura hay que sentirla y vivirla y para ello…hay que sacudirse mucho prejuicios, estereotipos, rutinas… nos descubrió que el aula es, precisamente, un ser vivo al que hay que cuidar y mimar cada día para que vaya creciendo.
En Grafein, cuya primera edición data del 1981, casi cuarenta años, se encuentran propuestas diversas que sirven como base para talleres de escritura creativa, para incluir actividades a modo de «kit kat», para fomentar la imaginación y, como no, forman parte importante de los proyectos de escritura como aliado indiscutible para fomentar las ganas de escribir.
Además Grafein hace que nuestra cabeza se despierte, que de las propuestas que aparecen en el libro, creemos un sinfín de nuevas propuestas, que las creen nuestros alumnos y alumnas…
Así comienza el prólogo:
«Este libro no es un ensayo, no es una crónica, no es un manifiesto.
Es un lugar de trabajo…Para usted lector, una tarea que realizar. Escribir. O hacer escribir.
Tras una introducción, que hay que leer, comienzan las consignas, ochenta consignas de diferentes tipos: desde las que invitan a continuar y rellenar textos pasando por las que marcan una operación, las que permiten crear textos diferentes, las que obligan a seguir pautas fijas y también las inclasificables.
La ruleta, completar el diálogo, con nombres propios, informar, collage, recontar, muro descascarado, traducción imaginaria, geminar palabras, versear, cuento policial colectivo…¿las recordáis?
A continuación, una sección denominada TEORÍA. En ella podemos encontrar textos de Borges, Cummings, Octavio Paz, Cesar Vallejo…
El impulsor del grupo-taller fue Mario Tobelem, escritor y profesor en la Facultad de Filosofía y letras en Buenos Aires.
Con el colaboraron talleristas como Silvia Adela Kohan y Ariel Lucas (1991) quienes definieron los «talleres de escritura» como:
“Un espacio para intentar infinitas variaciones, fusiones, negaciones, y digresiones…-Un lugar de juego: el trabajo incluye la diversión en este caso»
El lugar central de la actividad del grupo era la invención y exploración lúdica para producir escritura -no literatura- a partir de consignas. En la actualidad muchas de las tareas que aparecen en Grafein han sido recogidas, transformadas, ampliadas en muchos de los libros que hacen referencia a talleres literarios pero, sin lugar a dudas, este pequeño libro mantiene la frescura que tenía y en manos de un buen docente sigue teniendo un gran potencial.
Maite Alvarado, Mª Carmen Rodriguez, Mario Tobelem (1981) Grafein Teoría y práctica de un taller de escritura.Madrid. Ed Altalena.
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